El crecimiento urbano descontrolado, combinado con un rápido aumento poblacional y una oferta insuficiente de viviendas, ha transformado profundamente el tejido urbano en ciudades como Quito. Este fenómeno ha impulsado la expansión hacia la periferia, donde la oferta habitacional es más asequible, pero ha dejado en el centro urbano áreas fragmentadas y menos densas. Esto ha generado una serie de problemas, como la disminución de la calidad de vida, la pérdida de cohesión social y una infraestructura urbana menos eficiente. Desde una perspectiva de planificación urbana, la expansión desordenada ha creado vacíos que afectan la movilidad y limitan el acceso a servicios esenciales, lo que deteriora la vitalidad de los barrios. Para revertir esta tendencia, es necesario un enfoque integral que priorice no solo la densificación adecuada del centro urbano, sino también la creación de un entorno más conectado y funcional. El objetivo es evitar la dependencia de las periferias y promover la reactivación de áreas consolidadas mediante estrategias que mejoren la accesibilidad y la permeabilidad del espacio. En este sentido, la vivienda accesible juega un papel crucial. La implementación de modelos de barrio basados en el concepto de “la ciudad de los 15 minutos” permite que los residentes accedan a todas sus necesidades diarias sin tener que desplazarse largas distancias. Este enfoque no solo mejora la calidad de vida, sino que también fomenta la cohesión social al integrar diversos usos dentro del mismo entorno urbano. Además de viviendas asequibles, es fundamental incluir equipamientos y servicios complementarios, como comercios, espacios verdes y zonas recreativas, que enriquezcan el hábitat y favorezcan la interacción social. Este modelo urbano y habitacional apunta a revitalizar las áreas subutilizadas del centro de la ciudad, transformándolas en zonas vivas y dinámicas, capaces de sostener un crecimiento más sostenible y equilibrado.