San Roque es una parroquia rural del cantón de San Antonio, en la provincia de Imbabura, que fusiona diversas raíces étnicas. Sin embargo, a diferencia de otros cantones que han consolidado sus centros productivos e identidades, en San Roque la producción artesanal se presenta de manera dispersa, sufriendo un proceso de desvalorización y pérdida de la memoria colectiva. En esta parroquia se encuentra la quebrada del Artesón, que en el pasado abastecía a la comunidad con sus vertientes de agua. Bajo un enfoque que integra arte, cultura y recursos hídricos, surge la iniciativa del telar en la quebrada: una escuela de oficios destinada a ofrecer educación técnica de calidad. Este proyecto promoverá la formación y titulación de artesanos en áreas como pintura, escultura, bordado y danza. Se elige establecer una escuela de oficios como un mecanismo de empoderamiento, especialmente para los artesanos indígenas que poseen conocimientos y habilidades valiosas. Esto fomentará la generación de ingresos sostenibles y la autonomía económica, disminuyendo así la vulnerabilidad de estas comunidades ante la pobreza y la explotación. Simultáneamente, se busca recuperar el valor histórico y natural de la quebrada del Artesón y sus vertientes, potenciando su carácter comunitario. La propuesta arquitectónica se adapta a la topografía del lugar, incorporando elementos verticales para la circulación, espejos de agua que se integran al entorno, y espacios horizontales para los talleres. La disposición del proyecto genera dos ejes principales: uno que sigue el recorrido del agua, que se une a las vertientes naturales, y otro que conecta los talleres. Las telas se utilizan tanto como cubierta como mobiliario, añadiendo un elemento estético al espacio. La escuela se desarrolla en tres niveles y cuenta con tres tipos de espacios: educativos, de contemplación y comerciales. Cada taller está diseñado para resaltar la belleza natural de la quebrada, ofreciendo un entorno inspirador para las artes. Por ejemplo, el taller de pintura ofrece vistas a la quebrada, el salón de baile está adyacente al agua, y la galería presenta muros de piedra natural, mientras que el taller de escultura destaca por su versatilidad y altura. En resumen, este proyecto no solo respeta y revaloriza la quebrada, sino que también la transforma en un espacio comunitario para el arte y la identidad, reconociendo que la educación técnica de calidad es fundamental para la vitalidad del pueblo.