Teatro San Francisco de Sales Colegio Técnico Don Bosco

Premio de participación: Premio Nacional
Categoría de participación: Intervención en Arquitectura no Patrimonial
País de representación: Ecuador
   Participantes: 
  • Arq. BLUR
  • Arq. Jorge Ribadeneira
  • Srta. Karla Diaz

Memoria

A este primer ensayo sobre la cualidad escenográfica de un espacio, y la aproximación sensible hacia la materia -desde el comportamiento acústico especifico de la madera- se le sumó el ejercicio de oponer dialécticamente un objeto arquitectónico contenido en una prexistencia, bajo la postura de evidenciar su estado como una construcción a través del tiempo. El edificio solo adquiere unidad arquitectónica al imponer un nuevo orden y lenguaje, para con su objeto continente. El Colegio Técnico Salesiano Don Bosco carecía de un equipamiento cultural, por lo que decidió construir un teatro estudiantil que demostrase el carácter y la vocación de un colegio técnico. El problema demandó resolver un escenario sin tiro, una platea con capacidad para 300 personas, dos antesalas, dos camerinos, una bodega de utilería, cabina de sonido, una marquesina y una plaza. Los padres requerían que el equipamiento estuviera acondicionado para acoger con versatilidad tanto obras teatrales, como conciertos de cámara, o una banda de rock. El segundo desafío fue la falta de un terreno libre para la ejecución del proyecto. En su ausencia, se optó por construir el teatro en la planta baja del edificio de la comunidad, un espacio abandonado de 30 x 10 metros. La proporción de la sala longitudinal fue propicia para ensayar la tipología arquitectónica conocida como Teatro Italiano, que resuelve el problema de la perspectiva al otorgarle una cualidad dramática, enfatizando y exagerando la profundidad real del espacio. Este efecto resulta pedagógico para un espacio educativo, y saca el mayor provecho a un edificio con seriación longitudinal de pórticos. La solución acústica consiste en una banda de madera que se pliega sobre sí misma en el remate de la platea para forrar interiormente la sala. El principio para la ejecución del trazado fue la repetición de una ola, abstraído de la solución de Aalto para la Biblioteca de Viipuri. Longitudinalmente, la hipótesis gráfica explica cómo se propaga el sonido, las ondas que nacen en el escenario rebotan en el valle de las olas hacia la platea, mientras que las ondas que nacen de la platea son absorbidas en la cresta, eliminando ruidos innecesarios y trasmitiendo el sonido del escenario. Por otra parte, la dificultad ocasionada por las ondas estacionarias (rebote del sonido en la sección corta) se resuelve a partir de los muros laterales trazados con triángulos que describen una curva y cuyos lados no son paralelos entre sí. Es imprescindible mencionar la experiencia del artista, quien, tras cruzar la plaza, atraviesa la marquesina hacia a los camerinos, recogiéndose en un momento de máxima compresión espacial en la penumbra del pasillo que antecede al escenario. Al abrirse los telones, la vista es capturada por un mar de olas de madera, fugando la mirada hacia el horizonte, y no hacia el cielo, como es tradición en los espacios clásicos, capturando la imaginación del artista y e inspirándolo para la ejecución de su próximo acto.

Ubicación