La Serie Doctorado es una colección publicada por Ediciones ARQ junto con el programa de Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ella compila una selección de tesis realizadas en el programa de Doctorado, cuyos temas abordan espacios específicos de la cultura y el paisaje y, de manera general, la historia de Chile, sus ciudades, su territorio y su arquitectura, traducidas al formato libro. Si bien provienen del mismo trabajo, con su profundidad de argumentos, ideas, y descubrimientos, este traspaso de un formato al otro no es directo. Estos libros sortean una dificultad primordial: combinar la complejidad y especificidad de los temas tratados con un enfoque pensado para un público amplio. En otras palabras, los libros de la Serie Doctorado no son tesis doctorales per se y es justamente este proceso de transformación el objetivo perseguido por este proyecto editorial. Una transformación que supone desafíos adicionales en el tono de la escritura, la estructura del texto, y en hacer finalmente publica la significativa contribución al conocimiento contenida en estos trabajos. El primer número de esta serie, “Una frontera permanente” relata el proceso de incorporación de Aysén al territorio y al imaginario nacional chileno. Como la última región en integrarse al proceso de afirmación soberano sobre su territorio austral, Aysén es hasta hoy una de las regiones menos pobladas del Chile y del planeta. Esta condición de “última frontera” se debe esencialmente a condiciones geográficas: fiordos, suelos pantanosos, densos bosques, orografía accidentada y campos de hielo sostuvieron una discontinuidad territorial que derivó en una fragilidad geopolítica. Así, el proceso de integración de Aysén fue protagonizado por el mundo de las infraestructuras, de las dinámicas y los proyectos de transformación, ocupación o protección de la naturaleza desarrollados entre fines del siglo XIX y principios del siglo XXI. Pero estas mismas dinámicas de integración permitieron conocer y apreciar sus paisajes, lugares de belleza excepcional anteriormente ocultos. “Una frontera permanente” analiza la manera en que esta región, que durante décadas se quiso transformar y conectar productivamente para el desarrollo de Chile, llegó a convertirse en una metonimia de una imagen de país remoto, cuya lejanía es valorada y cuya naturaleza virgen constituye un bien a salvaguardar. Por otro lado, el segundo número “Un jardín público” revisita la capital de Chile, Santiago, durante el siglo XIX y discute cómo la arborización, la jardinería, la relación con el campo y el paisaje fueron elementos que configuraron, por inclusión o exclusión, la idea de un “jardín público”. Este libro propone una explicación plausible a aquella verdadera fruición por el verde urbano: su rol, más que el de desahogar una metrópolis, habría sido el de invocar a la modernidad. Un artefacto que haría aparecer una experiencia moderna y cosmopolita en el espacio público eficiente y convincentemente. Pero, en su condición moderna, también resultó ser una herramienta de doble filo que conllevó renuncias y la ruptura con una cultura rural que, hasta entonces, invadía la ciudad y modelaba las formas del ocio.