Cuando decidimos dejar nuestra anterior oficina, después de que el terremoto de la Ciudad de México de 2017 nos diera un buen susto buscamos un nuevo lugar para establecernos. Encontramos una fábrica textil y de hilos cercana construida en los años 20: el edificio estaba muy deteriorado, pero tras una primera visita, también vimos el potencial de la estructura histórica. Nos instalamos pocas semanas después, ocupando una de las naves vacías. Desde entonces, hemos ido reconstruyendo poco a poco el complejo mientras lo habitamos. Junto con el propietario de la fábrica, que selecciona cuidadosamente una interesante mezcla de disciplinas y escalas de empresas, podemos cambiar los espacios según las necesidades de los nuevos inquilinos que van llegando y adaptar nuestra arquitectura a las plantas que van creciendo. Es un edificio en constante transformación y adaptación. El único proyecto de la oficina en el que llevamos trabajando más de seis años y en el que seguiremos trabajando al menos durante las próximas décadas. Aunque el edificio histórico no está catalogado, la intervención conserva las fachadas exteriores originales y se centra en los patios interiores que, con el paso del tiempo, habían acumulado una gran cantidad de equipamientos, marquesinas y edificios anexos, perdiendo su función de conector espacial entre las distintas zonas del complejo. Estos patios interiores desordenados se abrieron para crear dos espacios complementarios de encuentro social y zonas verdes. Esta estrategia se complementa con intervenciones arquitectónicas específicas para mejorar el funcionamiento y la distribución de las circulaciones horizontales y verticales, hacer el espacio accesible para todos y generar un paseo que motive a los visitantes a descubrir todo el complejo. Incorpora nuevas zonas de baños, escaleras, un nuevo montacargas y la construcción de varios edificios y almacenes adicionales para complementar el complejo. La nueva torre con circulaciones verticales, define una figura característica en el patio central y establece un diálogo con el volumen existente del «Bar-Mini», el ancla del principal espacio social. Cada vez que se añaden estructuras de nuevas imitamos las fachadas existentes con su robusta estructura de concreto y su singular herrería cuadricular con el fin de crear un conjunto coherente. Por último decidimos reutilizar el color verde, presente en los elementos arquitectónicos del antiguo edificio y en los antiguos telares, para definir una nueva identidad cromática para Laguna. En la actualidad, el complejo alberga más de 25 empresas creativas y productivas (entre ellas, talleres de carpintería y textiles, un tostador de café, un estudio de cerámica, arquitectos, un diseñador gráfico, una imprenta de risografía, un negocio de muebles reciclados, un taller textil y muchas más). Esto ha hecho de Laguna un codiciado centro cultural que se ha convertido en una parte importante de la vida cultural de Ciudad de México. Su relevancia va mucho más allá de su impacto local, ya que ha acogido numerosos eventos, talleres de verano y proyectos educativos para visitantes internacionales e instituciones como Yale, Sci-Arch y muchas más… Como tal, el proyecto Laguna es tanto una construcción sociocultural como física y arquitectónica.