La forma en que los mendocinos hemos implantado ciudades en el desierto, es la historia de un sistema que hoy tratamos de interpretar desmembrando sus componentes, como elementos sueltos y dispersos. Pero entre la aridez y hostilidad de nuestro medio natural, y la creación del ambiente amable que conocemos y damos por hecho, existe una historia y una épica cívica de conquista del territorio mediante la distribución del agua de los ríos, de la creación del espacio agrícola, de los espacios públicos y de la forestación de calles, plazas y parques. La epopeya merece ser contada y explicada. Más rural, más urbano, son hemisferios de un mismo sistema que ha conformado los cinco oasis irrigados. Ocupan solo el 4% de la superficie provincial, donde se desarrolla la vida y casi todas las actividades del 97% de la población provincial. El Oasis Norte, que concentra el 80% de la población, contiene en su área metropolitana una complejidad de interrelaciones sobre las que urge hacer reflexiones y reconsideraciones. Es un modelo propio de asentamiento en un territorio árido, totalmente eficiente y coherente con los postulados de esta época. Pero llegado el momento de las transformaciones actuales, sus componentes son negados y desconsiderados en nombre de los principios que se dice estar defendiendo y el ambiente que suponen estar protegiendo. Estas relaciones nacidas en la necesidad y el utilitarismo, han vinculado a través del tiempo lo técnico con lo estético. Y de esas adaptaciones, nacieron los símbolos de esta provincia. En ese caldero se fueron gestando nuestros espacios públicos, nuestros monumentos y nuestra identidad cultural. Una serie de casualidades determinó que llegaran a mis manos documentos que son los pocos testimonios que existen sobre un momento de nuestra historia urbana desarrollada entre los años 30 y 40 del siglo XX, de la que se recuerdan e identifican elementos sueltos, pero no es reconocida como la cúspide del modelo. Porque, paradójicamente, se trata del punto más alto que experimentó, al que hemos visto siempre y hoy damos por natural. Obras que, para ser cabalmente comprendidas, necesitan el marco que las contiene y contextualiza. Son los íconos de la provincia, los emblemas de Mendoza. Las motivaciones se han desplazado entre lo local y lo global. Han pasado de lo histórico y patrimonial, a las transformaciones que imponen los tiempos, la forma de gestionar las controversias, la generación de políticas de consenso, los problemas complejos y su abordaje. Son las disputas y problemas que enfrenta la sociedad actual en cualquier lugar del mundo, pero haciendo centro en nuestra situación. Es una visión del territorio desde nuestra profesión, accesible en su interpretación técnica para quien se interese y lo necesite. Durante 2021, el Fondo Nacional de las Artes me otorgó una Beca Creación para la realización del libro. Publicada en septiembre de 2022, es una edición de autor. En Marzo de 2023, fue declarado de Interés por la Cámara de Diputados de la Provincia de Mendoza. El formato es digital, de descarga gratuita desde la plataforma Academia.edu