Edificio Ocampo
Premio de participación: Premio Panamericano
Categoría de participación: Vivienda Multifamiliar
País de representación: Argentina
Participantes:
- Arq. Diorella Fortunati
Memoria
El conurbano bonaerense, más precisamente Ituzaingó, es el contexto donde se posa la obra. Un sector de ciudad en constante densificación modificado por quienes venden sus casas con nuevas sombras derramadas en los parques y quienes proyectan bajo un código que genera edificios en torre separados por seis metros de su futuro vecino.
Una de nuestras premisas fue generar una obra respetuosa de su entorno, entendiendo que la modificación del área llevará tiempo y mientras tanto el edificio deberá convivir con vecinos de baja altura y casas con jardín, por eso proyectamos un edificio sin espaldas, que, sobre todo: tome la esquina, que no la niegue, que rote y así se valga del transcurso del día y del entorno desde sus vanos.
Utilizando las expansiones como herramienta, se forman fachadas alternantes que contienen diferentes tipologías en cada piso. De esta manera, la heterogeneidad no es sólo formal sino también programática generando diversos y flexibles modos de habitar. Considero que flexibilidad es adaptación. La estructura acompaña esta idea disminuyendo apoyos, valiéndose de las cualidades del hormigón armado, sometiéndolo a flexión mientras acomodamos el peso en el centro, liberando ménsulas y losas en voladizos de tres metros y medio con espesores aparentemente irrisorios, delirantes: quince centímetros.
Anhelamos un edificio de apartamentos que se asemeje a las expectativas que uno tiene de un hogar, y que cada unidad funcional tuviera, al menos en un sentido sensorial, la independencia de una vivienda. Por ello es que las unidades no comparten medianeras, están separadas por tres grandes vacíos y el sistema circulatorio semicubierto.
En relación al abordaje de esta bienal: climas, el objetivo fue lograr equilibrio en tres aspectos, el medioambiental, el social y el económico. Es difícil explicar cada uno de estos tres aspectos por separado cuando cada decisión proyectual imprime una reacción, una consecuencia en los tres. Voy a valerme del siguiente ejemplo, desde las experiencias del habitar y no desde el proceso de pensamiento generador del proyecto:
Pensando en el encuentro entre vecinos propusimos ensanches de la circulación vertical a modo de extensión de la vereda de planta baja, que a su vez crean un patio de acceso a la unidad. Esto genera una apropiación del espacio público y común inmediato, lo que potencia el cuidado y mantenimiento de esas superficies porque son «un poco suyas». El cuidado personal impacta en el cuidado colectivo, disminuyendo los gastos de mantenimiento y el sentir pertenencia genera que la puerta de acceso se convierta en ventana y, que toda esa ventilación que se pensó para el edificio y sus fachadas internas se traslade al interior de cada vivienda logrando ventilación cruzada, que nuevamente impacta en la disminución del uso de energías como electricidad y propicia la vecindad de puertas abiertas y una mayor seguridad.
El mayor aporte en una ciudad donde todo es privado, donde el otro es una sospecha, fue ceder los retiros obligatorios de la planta baja al uso público. Una superficie total de 210 m2 es ahora pública cuando antes era privada.