Atika es una propuesta arquitectónica que, a través de su diseño, responde a las complejidades de la ciudad, ofreciendo una solución que integra lo urbano, lo social y lo estético. Compuesto por dos torres conectadas mediante un espacio vidriado de circulación vertical, este edificio se posiciona como una intervención urbana que redefine la manera en que los habitantes experimentan el entorno. Uno de los elementos clave que distingue al edificio es su morfología contemporánea, donde las líneas diagonales dominan el lenguaje arquitectónico. Estas diagonales, que recorren las fachadas de las torres, generan un dinamismo visual y transmiten una sensación de movimiento constante. Esta estrategia no solo otorga una identidad distintiva al proyecto, sino que también rompe con la ortogonalidad que caracteriza a los edificios circundantes, convirtiéndolo en un hito que transforma el paisaje urbano de Ponciano Alto. El diseño de las torres se caracteriza por la disposición de volúmenes esbeltos y fragmentados que se escalonan hacia arriba, interactuando con la luz natural a lo largo del día. Esta plasticidad arquitectónica responde a la influencia de la luz solar, que impacta de manera diferente en cada fachada, creando una serie de contrastes y sombras que enriquecen la percepción visual del edificio desde distintos ángulos. La unión de las dos torres se realiza mediante un volumen transparente que alberga las circulaciones verticales. Este espacio vidriado no solo actúa como un conector funcional entre las torres, sino que también se convierte en un punto focal que permite la entrada de luz natural y proporciona vistas ininterrumpidas hacia el norte de la ciudad. Este nexo entre las torres, además de facilitar el movimiento, refuerza la sensación de ligereza y transparencia en el conjunto arquitectónico. Otra estrategia relevante del diseño es el retranqueo del edificio, que responde a la necesidad de crear una interacción armónica con el entorno. Al desplazar parte de su volumen hacia atrás, Atika genera una plaza pública en su base, un espacio que invita a la permanencia y la interacción social. Esta plaza, concebida como un espacio abierto y accesible, integra actividades comerciales y áreas de descanso, contribuyendo a revitalizar el tejido urbano del barrio y fomentando la relación entre el proyecto y la comunidad. Atika se destaca también por su ubicación estratégica, que ofrece vistas panorámicas hacia el norte de la ciudad de Quito. La topografía de la zona, junto con el diseño del edificio, permite que cada espacio, tanto privado como comunal, se beneficie de estas visuales. Las amplias terrazas y balcones con ángulos salientes se integran de manera escultórica en la estructura, enmarcando el paisaje urbano y permitiendo que la naturaleza de los Andes dialogue con la arquitectura. Atika es un ejemplo de cómo la arquitectura puede ser disruptiva y a la vez cohesiva en su relación con el entorno. Las estrategias de diseño, que incluyen la utilización de diagonales, el retranqueo del volumen y la creación de espacios de interacción pública, permiten que este proyecto transforme la manera en que los habitantes se apropian del espacio urbano.