Centro de Investigación Oceanográfica
Premio de participación: Premio Panamericano
Categoría de participación: Edificios Administrativos, Institucionales y Corporativos
País de representación: Colombia
Participantes:
- Arq. Pablo Gamboa
Memoria
Ícono, visibilidad
El edificio posee un valor icónico y simbólico que contribuye a visibilizar la relevante labor del Centro de Investigación Oceanográfica e Hidrográfica, cuya misión es estudiar y registrar la diversidad biológica del medio acuático con el fin de fomentar su preservación y resguardo.
Entendimiento del lugar y el encargo
El proyecto toma como fuente de inspiración los patios de las residencias y los conventos en Cartagena, la piedra Coralina de sus murallas, así como las arquitecturas emblemáticas de color blanco que se enfrentan a la inmensidad del mar con una volumetría contundente, como el Palacio Ducal de Venecia (siglo XI) y el Palacio de Congresos Kursaal de San Sebastián (Rafael Moneo) en el siglo XX.
Oposición pesadez, ligereza
La pesadez de la piedra Coralina ancla el edificio al suelo relacionándolo con la historia y la cultura local, encarnadas en las murallas de la ciudad. La piedra resguarda los talleres y laboratorios que requieren de mayor control climático, mientras que la ligereza y la transparencia del vidrio permiten que los demás laboratorios y las oficinas se abran totalmente hacia el paisaje circundante.
Mirador al paisaje
El proyecto aprovecha su inmejorable posición para hacer visible la geografía de Cartagena con su bahía, la ciudad antigua amurallada, la ciudad moderna con sus rascacielos, el cerro del Monasterio de la Popa, la isla de Tierrabomba y el puerto.
Actitud crítica
El proyecto critica la arquitectura turística con sus altos edificios genéricos, proponiendo en su lugar usar el vidrio de forma expresiva para aprovechar su transparencia. Esto permite conectar con el paisaje, reflejarlo, resaltar las vistas y dar sensación de solidez. La arquitectura resultante es equilibrada, animada y dinámica. Juega con la luz del Caribe y transmite calma como las aguas de la bahía.
Pero más que un ícono, el proyecto con su forma y sus materiales busca:
Valorizar la belleza y las cualidades del paisaje natural y construido del sitio, como un acto de toma de conciencia y de resistencia ante la depredación de la especulación inmobiliaria y la banalización del entorno en un lugar emblemático de la historia y la cultura del Caribe.
Señalar que a través de un uso mesurado, consciente y responsable de la técnica, es posible lograr, con un mínimo de recursos y materiales, un edificio contemporáneo en sintonía con la historia y a tono con el uso eficiente de los materiales y las energías para lograrlo.
Constatar una vez más, cómo lo hicieron los mejores ejemplos de la arquitectura moderna, que la estructura metálica de grandes luces es un instrumento de liberación del espacio interior para hacerlo más flexible, permeable y próximo el paisaje.
Demostrar que en un entorno de elevadas temperaturas, mediante la implementación de estrategias bioclimáticas pasivas, es factible diseñar edificaciones que consuman menos energía para climatizarse. Al generar un microclima más fresco, es posible permitir la circulación del aire, así como habilitar áreas de descanso y circulaciones que se vean beneficiadas por las brisas, aromas y sonidos propios del entorno caribeño.