Centro Cultural Quinta Montes Molina

Premio de participación: Premio Panamericano
Categoría de participación: Equipamiento
País de representación: México
   Participantes: 
  • Arq. Gustavo Carmona

Memoria

La Quinta Montes Molina, construida en 1906, es un ícono arquitectónico en el Paseo Montejo de Mérida. Desde el año 2000, sus jardines han sido escenario de eventos sociales y culturales, y en 2006 se inauguró como Casa Museo. En 2015, un pabellón adyacente fue construido, obteniendo el reconocimiento en la Bienal de Arquitectura de Ciudad de México por su diseño y su impacto en la comunidad local. Dada la creciente afluencia de visitantes, en 2016 se planteó la necesidad de crear un estacionamiento, lo que derivó en la visión de un centro cultural. El plan maestro consideró el contexto social y cultural de Mérida. La planeación del centro cultural abarcó casi seis años de diseño y estrategia, con los arquitectos jugando un papel crucial en la vinculación con instituciones culturales. La idea era crear un modelo de negocio sostenible, donde el centro funcione como un espacio de encuentro social y cultural, respetando la relación histórica entre la Quinta y la ciudad. La familia Montes Molina busca que este espacio sea un legado cultural para Mérida. El centro cultural se encuentra detrás de una fila de árboles centenarios, que funcionan como fachada natural. El diseño propone pabellones conectados por pórticos, generando recorridos que integran visualmente la casa, los jardines y el pabellón. Estos pórticos enmarcan vistas hacia los principales elementos del predio y crean espacios públicos armoniosos. Los programas incluyen un área para eventos culturales, un café-librería (apertura en 2022), baños, cocinas para banquetes y una sala de cine de arte proyectada para 2024. En la planta alta se encuentran oficinas y un espacio para exposiciones y eventos. La galería de arte, situada en el jardín, actúa como nexo entre la casa y el pabellón. Este espacio subterráneo protege las obras de arte del clima y utiliza su techo como terraza. Accesos a través de patios escultóricos permiten vistas hacia la casa y el pabellón. El proyecto sigue las directrices del INAH, respetando la estructura histórica de los jardines y contribuyendo a la recuperación del manto freático. Su diseño, con portales y áreas sombreadas, responde a la escala de la ciudad, creando un espacio público que equilibra la cultura, el esparcimiento y la sostenibilidad. El uso de concreto prefabricado, con materiales locales, permitió una construcción eficiente y en sintonía con la luz, las sombras y el entorno natural.

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Ubicación