Según el arquitecto Catalán Manuel de Solà-Morales i Rubió, las esquinas de dos calles hacen ciudad y la ciudad en conjunto es una red de esquinas: son el lugar en el que se evidencia la buena arquitectura y donde el urbanismo se gana su nombre. Cuanto más difusas se vuelven las ciudades, más necesario se vuelve su entendimiento como puntos de referencia e interacción, de ahí la importancia y responsabilidad que supone el encargo de un proyecto en esquina. La torre Gutenberg se ubica en una cabecera de manzana definida por el cruce de tres importantes avenidas de la colonia Anzures en la Ciudad de México: Gutenberg, Mariano Escobero y Rousseau. Su planta, volumen y estructura son el resultado de un ejercicio compositivo que parte de la geometría propia del predio: dos triángulos isósceles de iguales dimensiones, cuyos paramentos se alinean con las calles que definen los límites del sitio, fueron intersecados a un tercio de distancia de cada uno de sus lados. Dicha solución enfatiza la importancia de la equina como remate urbano, y se hace presente a partir de la negación de la misma, es decir, como vacío y no como sólido; como rincón en lugar de esquina. El impredecible proceso de transformación, que caracteriza a las grandes urbes como loa Ciudad de México, condujo a la concepción del edificio como una estructura diáfana capaz de transformarse y adaptarse programáticamente a las cambiantes necesidades del mercado. El volumen compacto de plantas de 420 metros cuadrados y 62 metros de altura se compone de doce niveles habitables y una terraza de uso común. Su forma le permite establecer un dialogo particular con la ciudad: mientras su discontinuidad volumétrica dramatiza su verticalidad y reafirma así su condición de punto de referencia; su continuidad en planta ofrece vistas de 360 grados de toda la ciudad. A nivel de calle, el volumen se eleva 7 metros del suelo para crear una plaza cubierta de carácter público que favorece la integración entre el edificio y su entorno inmediato.