Casa ARA
Premio de participación: Premio Panamericano
Categoría de participación: Intervención en Arquitectura no Patrimonial
País de representación: Paraguay
Participantes:
- Arq. Juan José Ardissone
Memoria
La casa original, nacida en los años 70-80, permanecía atrapada en una arquitectura que hablaba de un pasado ya lejano. Su esencia, introspectiva y cerrada, se manifestaba en la fragmentación de sus espacios, donde cada habitación era un pequeño mundo, separado del siguiente por paredes que contaban historias de otro tiempo. Sin embargo, en su transformación, en esta nueva etapa de su vida, la casa se abre dispuesta a recibir una nueva narrativa, a albergar nuevos personajes.
El desafío más profundo fue liberar sus interiores. Derribar esas barreras que, durante años, habían mantenido a la casa en silencio. Sin alterar su cubierta, una estructura que debía permanecer como testigo de su origen, se logró crear un gran espacio central. Este nuevo espacio es el alma del proyecto: un punto de encuentro, de conexión, donde las historias de antaño se entrelazan con las del presente. En esta amplitud, la casa deja de ser un conjunto de pequeñas islas para convertirse en un espacio integrado, donde los límites entre lo interior y lo exterior se diluyen.
La razón para conservar la casa original fue mantener la escala barrial, respetando su relación con el entorno. Por tanto, la ampliación se emplaza hacia atrás, preservando esta proporción y asegurando que la transformación no rompa con la armonía del vecindario. La expansión no solo fue hacia dentro, sino también hacia afuera. La implantación en forma de L es el gesto amable entre lo nuevo y lo viejo. Esta disposición permite crear un jardín que rodea y nutre la vida de la casa. Es en este recorrido perimetral, en la comunión entre agua y vegetación, donde la casa existente se convierte en el articulador social, el puente entre los distintos tiempos que ahora coexisten. El jardín es más que un telón de fondo, protagoniza la experiencia cotidiana.
Una galería sin pilares se alza como la gran metáfora de esta transformación. Inspirada en la tradición paraguaya, pero reimaginada desde una abstracción moderna, esta galería es mucho más que un corredor. Es un espacio de expansión y circulación, un lugar para estar, observar y protegerse. Su diseño juega con la luz y la sombra, tamizando la privacidad que resguarda los espacios más íntimos en la planta alta, donde las habitaciones miran hacia el exterior, pero siempre protegidas, siempre en diálogo con el jardín.
La elección de los materiales honra el espíritu veraniego de San Bernardino. Los cerámicos en los cerramientos y las baldosas calcáreas, con sus patrones geométricos simples y colores que cambian en función del ambiente, conectan a la casa con su contexto. Cada espacio cuenta una historia única, pero todas las historias convergen en un mismo relato: el de una casa que, sin renegar de su pasado, se atreve a reinventarse, fresca, luminosa y abierta a la vida.
En esta nueva versión, la casa no es solo una construcción. Es una narración, un poema arquitectónico que celebra la integración, la expansión y la conexión entre lo que fue y lo que está por venir.