Invernadero Costero
Finalista
Premio de participación: Premio Panamericano
Categoría de participación: Equipamiento
País de representación: Perú
Participantes:
- Arq. CARLOS PASTOR SANTA MARIA
Memoria
El Invernadero Costero nació en 2021 como una alternativa para una empresa dedicada a los fertilizantes orgánicos que decidió expandirse hacia el cultivo de hortalizas y derivados. El proyecto de carácter multidisciplinar, conjuga la experiencia del personal de la empresa en ingeniería agrónoma y la experimentación desde la arquitectura, logrando un diseño estético, funcional y sostenible.
El lugar de emplazamiento responde al llamado “último valle de Lima”, el Valle de Lurín. Un suelo productivo amenazado por la presión inmobiliaria. El terreno de cultivo utilizado no es propio, sino arrendado. De este hecho surge la cuestión sobre cómo generar una infraestructura sobre un suelo productivo de manera consciente, sin alterarlo, dejándolo tal cual se encontró y sobre todo que no genere residuos futuros en su desarrollo para la siembra de hortalizas orgánicas. Para responder a esta problemática, se plantea un sistema modular no convencional, cubriendo un área de 3000 metros cuadrados. Se parte de un módulo mínimo de 600 metros cuadrados que se repite en paralelo, ofreciendo 25 metros de luz sin apoyos interiores. Esto genera una planta libre, permitiendo el ingreso de maquinaria para el movimiento de tierras después de la cosecha, fundamental para el proceso de oxigenación del suelo.
La estructura se resuelve mediante con pórticos triangulares unidos lateralmente por una viga Warren postensada de tubos de acero galvanizado, que se eleva a seis metros del suelo. Estos pórticos se traccionan a partir de unas piezas de conexión en forma de “Y”, con eslingas para transmitir las cargas al suelo, y presentan cimentaciones prefabricadas evitando la contaminación del terreno. La repetición de los pórticos en paralelo permite su articulación mediante vigas del mismo sistema, pero de menor dimensión, generando un gran tejido estructural en reciprocidad que asegura la estabilidad de la estructura en caso de ruptura de un cable, ya que están amarrados entre sí.
En su totalidad, el proyecto está completamente revestido con una malla contra insectos áfidos, proporcionando un aislamiento total, crucial para asegurar que la producción sea libre de pesticidas. Este cerramiento crea subespacios entre las eslingas y los pórticos utilizados para la preparación de almácigos y el almacenamiento de herramientas. Además, se genera un subespacio previo al ingreso, funcionando como esclusas para la esterilización del personal, manteniendo el interior libre de agentes contaminantes externos. El proceso de fabricación se llevó a cabo en el mismo lugar de montaje, desde un taller temporal diseñado y construido por el estudio. Esto permitió reducir la huella de carbono y aumentar la eficiencia del proyecto, al poder realizar pruebas 1:1 in situ. El montaje se realizó en 12 horas, con la participación activa de los diferentes integrantes de la empresa, fomentando la apropiación del proyecto, al cual denominaron “Casa Moche”.