Hostel Viajero Huacachina

Premio de participación: Premio Panamericano
Categoría de participación: Equipamiento
País de representación: Perú
   Participantes: 
  • Arq. Jorge Luis Panizo Putnam
  • Arq. Luis Miguel Mendiola Valdez

Memoria

Oasis Huacachina, Ica, Perú. Área: 3000m2 El complejo existente contaba con cuatro edificios destinados al alquiler de habitaciones, un museo de la cultura incaica y una destilería de uva para la fabricación del pisco. Dentro de los alcances, la destilería y el museo no debían tocarse. El proyecto contempló la remodelación interior de los edificios y la totalidad del área libre. Adicionalmente, la cadena hotelera tiene como objetivo insertar al turista en la cultura del lugar que visita. Esto es de suma importancia, ya que la investigación se enfocó en el entorno. Las primeras construcciones en el oasis de Huacachina se dieron en los años cuarenta, con un estilo de casas denominadas “Rancho Republicano”. Estas contaban con características marcadas, como las molduras y la repetición de vanos, ornamentos, líneas claras, diseño de fachada a través del zócalo, cuerpo y remate, y en algunos casos, composición arquitectónica tripartita. Adicionalmente, se estudió la arquitectura vernacular de la zona, utilizada en las haciendas de cultivo y a lo largo de toda la costa peruana. Esta consistía en la utilización del método constructivo del horcón con troncos de huarango. La estrategia de diseño fue que los edificios debían relacionarse con la arquitectura republicana local, y las áreas libres y sociales debían vincularse con una arquitectura vernácula. En el área exterior se plantearon cuatro ejes –remates que fueron utilizados como base para la distribución del mobiliario, acompañados de un trabajo paisajístico que se relaciona con el mismo desierto, a través de jardines secos de forma orgánica. Cada uno de los pabellones adquirió una identidad distinta. Los frontales tomaron la identidad de la cultura Paracas y Nazca. Dado que ambas culturas se desarrollaron en el desierto, estas tomaron el color de las dunas al atardecer. En el lobby, se puede ver un planteamiento de sogas en el techo de distintos colores, aludiendo a los mantos Paracas. El pabellón de pisco fue denominado de esta manera porque albergaba bidones de este licor, tomando el color de la uva. Por último, el pabellón Huacachina lleva el color turquesa, aludiendo a la legendaria sirena que vive dentro del oasis. La recepción debía ser extensa por el flujo de huéspedes. La idea de utilizar el exterior para ampliar la recepción tomó un papel importante, rompiendo las barreras del límite interior/exterior. Se propuso que ambos espacios compartieran los mismos elementos, de manera que el cambio no fuera brusco. Se colocó un marco de caña brava que uniera ambos espacios, situando mobiliario en el límite físico y permitiendo que las curvas orgánicas del trabajo exterior ingresaran al lobby como parte del diseño. Por último, un requerimiento fue que la zona social siempre debía verse llena, incluso en temporada baja. Esto resultó en la búsqueda de un espacio flexible, que pudiera limitarse cuando había pocas personas. Así, la zona de mesas asumió este rol, ya que el mobiliario puede reubicarse para facilitar las diversas actividades sociales. Este espacio está limitado física y virtualmente por mobiliario fijo, la barra y la vegetación.

Ubicación